Ucrania aviva las tensiones entre Occidente y Rusia

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Ucrania aviva las tensiones entre Occidente y Rusia

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AUTOR: JANET QUEFFELEC PADRÓN

Ucrania sigue siendo, en este inicio de 2022, el asunto de mayor atención entre Occidente y Rusia. La posible ocupación de este país por parte del ejército ruso es un tema que genera cada día mayor preocupación en la Unión Europea y en Estados Unidos, desde que en noviembre pasado se produjo el despliegue de unos 100.000 soldados en la frontera, lo que hace temer las intenciones del Kremlin de impulsar una política expansionista para recuperar los territorios de la extinta Unión Soviética.

En 2014, Rusia se anexionó la península de Crimea y promovió a los separatistas del este del territorio ucraniano. Siete años después, la Unión Europea teme que proceda a una total invasión de Ucrania. Es por ello que, en diciembre pasado, el Consejo Europeo emitió un pronunciamiento en el que respalda la soberanía e integridad territorial de Ucrania y advierte sobre las consecuencias que tendría una agresión militar contra la nación, por lo que exhortó a Moscú a reducir “las tensiones causadas por la acumulación militar a lo largo de su frontera con Ucrania y la retórica agresiva”.

Una de las preocupaciones de Moscú es una posible expansión de la OTAN hacia el Este de Europa, por lo que en diciembre de 2021 presentó a dicha organización y a Estados Unidos dos propuestas de acuerdos sobre garantías de seguridad y el no establecimiento de bases militares en territorios de la extinta Unión Soviética, como Ucrania. También se plantea la prohibición de un despliegue de fuerzas militares, misiles, así como de armas nucleares en regiones del Este que pudiesen interpretarse como una amenaza para Rusia.

El papel que ha jugado Rusia en el conflicto interno de Ucrania, con el respaldo a los independentistas y la anexión de Crimea, ha tenido sus costos porque ha sido sometida a sanciones por parte de la Unión Europea, mientras que Estados Unidos amenaza con medidas más duras de concretarse una invasión a Ucrania.

Mientras tanto, Rusia ha negado tener intenciones de invadir Ucrania y ha repetido insistentemente que la presencia de tropas en la frontera solo obedece a ejercicios militares. En este contexto, ha denunciado que Estados Unidos ha jugado a la desinformación en torno a que Rusia planea una provocación para justificar una invasión a Ucrania. «Los funcionarios estadounidenses también han comentado sobre el propio tema de la llamada invasión a Ucrania, en particular, difundiendo una completa desinformación de que estamos preparando una provocación con un ataque a la población ruso parlante en Donbás para conseguir un pretexto para dicha invasión», manifestó el pasado 17 de enero el canciller ruso Serguéi Lavrov.

Reuniones y amenazas

El fin de la trayectoria de Ángela Merkel al frente de la cancillería de Alemania ha significado un cambio en la relación con el presidente ruso Vladímir Putin.

A pesar de las marcadas diferencias, Merkel siempre buscó mantener la vía del diálogo. En la última reunión que sostuvieron el 28 de agosto de 2021, Putin prometió a Merkel que buscaría apresurar las conversaciones con el gobierno de Ucrania en torno a la situación que se vive en la región del Donbás, al este del país, donde se han registrado enfrentamientos desde 2014, con el saldo de más de 14.000 muertos, entre el ejército ucraniano y los movimientos independentistas que son respaldados por Rusia.

No obstante, tres meses después, Rusia movilizó a sus tropas en la frontera con Ucrania. A partir de diciembre, el nuevo canciller Olaf Scholz ha adoptado una línea más dura y la nueva ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, ha anunciado que tendrá un tono más enérgico frente al Kremlin.

Aunque es prematuro predecir el desenlace de una posible invasión de Rusia a Ucrania, mientras se desarrollan conversaciones de alto nivel para evitar la ofensiva militar rusa, hay que tomar en cuenta que en diciembre pasado el canciller Scholz advirtió a Moscú que tal posibilidad tendrá consecuencias, especialmente para la apertura del gasoducto Nord Stream 2 que empalma desde territorio ruso con el noreste del país germánico.

Semanas después, específicamente el 17 de enero durante un encuentro en Madrid con el jefe del gobierno español Pedro Sánchez, Scholz pidió a Rusia que diera “pasos inequívocos hacia la desescalada de la situación”, a la vez que subrayó que “una agresión militar a Ucrania traería graves consecuencias políticas y económicas”.

Mientras que Francia y Estados Unidos han señalado las profundas repercusiones y sanciones económicas severas si Moscú decide anexionarse territorio ucraniano.

En este contexto, los líderes han impulsado la vía diplomática para rebajar la presión. El 10 de enero sostuvieron un encuentro en Ginebra, Suiza, representantes de Estados Unidos y Rusia, pero sin avances.

El 11 de enero, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, solicitó la reactivación del Formato de Normandía con una cumbre con Rusia, Francia y Alemania para «poner fin al conflicto» con los separatistas del Este.

Para el 12 de enero, se fijó en Bruselas una reunión entre los 30 Estados miembros de la OTAN y Rusia para sostener conversaciones a muy alto nivel. Por un lado, los aliados buscaron reducir las tensiones, mientras que Moscú pidió garantías para evitar la expansión de la Alianza.

Al día siguiente, se realizó una reunión entre Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en Viena, Austria.

El 18 de enero, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que había extendido una invitación a Rusia, así como al resto de los aliados, para mantener nuevas conversaciones en torno a Ucrania. «Enviamos un mensaje muy claro a Rusia: si decide otra vez usar la fuerza contra Ucrania, tendrá que pagar el elevado precio de las sanciones económicas, financieras y políticas», expresó Stoltenberg.

Ese mismo día, la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, se reunió con el canciller ruso Serguei Lavrov, en Moscú, en donde manifestó el deseo de unas relaciones estables con Rusia.

 A su vez, Lavrov expresó el interés de mantener “unas relaciones más constructivas” y de “tener buenas relaciones con Alemania con base a los principios de respeto mutuo, igualdad y consideración de los intereses mutuos».

Mientras que el secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken y el canciller ruso Serguéi Lavrov acordaron reunirse el 21 de enero en Ginebra, Suiza, para lograr avances por la vía diplomática y bajar las tensiones sobre el tema Ucrania. Pero antes, Blinken sostendrá encuentros con el presidente ucraniano y después con la canciller alemana.

Crisis política y el papel de los separatistas

Cabe recordar que a finales de 2013 estalló una crisis política en Ucrania y el 22 de febrero de 2014 ocurrió un golpe de Estado en el que fue depuesto el para entonces presidente Viktor Yanukovich, a quien grupos opositores criticaban su cercanía con Rusia.

Meses antes, el Consejo de ministros había suspendido la firma del Tratado de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea, con el propósito de afianzar las relaciones con el Kremlin, lo que motivó protestas y la petición de renuncia al presidente, hasta que finalmente se produjo el golpe de Estado.

Ese año, se sublevaron grupos separatistas en dos provincias de la región de Donbás, al este de Ucrania, que llevó a la conformación de las repúblicas populares de facto en Donetsk y Lugansk, con apoyo de grupos armados rusos, tras realizar referendos fuera del marco legal.

En marzo de 2014, Crimea declaró su independencia y conformó una república autónoma, al igual que Sebastopol que se erige como una ciudad federal, tras realizar un referéndum que es desconocido por el gobierno de Ucrania y que establecía sus intenciones de incorporarse a Rusia.

Tras una intervención militar, Rusia se anexionó el territorio de la península de Crimea, lo que ha provocado protestas en Kiev y la comunidad internacional por considerar que es ilegal y representa una violación de la integridad territorial.

Es importante indicar que a partir de junio de 2014 se iniciaron unas negociaciones diplomáticas entre Ucrania y Rusia, con el apoyo de Alemania y Francia y que se conocen como el Formato de Normandía. Además, se abrieron las conversaciones entre el Grupo de Contacto Trilateral en donde intervienen Ucrania, Rusia, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y los separatistas de Lugansk y Donetsk. Este proceso deriva en la firma de los Acuerdos de Minsk 1 y 2 entre septiembre de 2014 y febrero de 2015 con el propósito de buscar una resolución al conflicto.

Estos acuerdos han permitido frenar la violencia, ya que, según los expertos, la mayoría de las más de 13.000 víctimas fatales corresponden al periodo previo a la firma. Sin embargo, Francia ha deplorado que en noviembre de 2018 se realizó un referéndum al este de Ucrania para escoger a los presidentes de las autoproclamadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk, contraviniendo los Acuerdos de Minsk.

Ucrania ha movido sus piezas para alcanzar el apoyo de la Unión Europea con un Acuerdo de Asociación suscrito en 2014 y que entró en vigencia dos años más tarde.

Vale destacar que, en agosto de 2021, apenas tres meses antes del despliegue militar ruso en la frontera, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski lanzó la Plataforma de Crimea, cumbre internacional que le sirvió para recibir el respaldo de 46 países y diversas organizaciones internacionales, en su lucha por lograr la desocupación de Crimea. A esta Plataforma asistieron representantes de todos los países de la Unión Europea, así como de Turquía.

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