Autor: Janet Queffelec Padrón
Acciones conjuntas contra el cambio climático, el reto de América Latina y el Caribe.
América Latina y el Caribe (ALC) tienen frente a sí el reto de incentivar el uso de energía limpia y lograr la descarbonización que permitiría bajar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 45% para 2030, lo que respondería a las recomendaciones de ONU Cambio Climático realizadas en octubre del año pasado y que ayudaría a cumplir con el Acuerdo de París para una mayor ambición climática que ayude a detener el incremento de la temperatura en 1,5°C.
Con ello, la región lograría un ahorro de unos 600.000 millones de dólares por año para 2050, según previsiones mostradas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante la presentación de su hoja de ruta para un desarrollo inclusivo y sostenible, realizada en la Semana del Clima de América Latina y el Caribe que se llevó a cabo del 18 al 22 de julio en República Dominicana.
Cabe destacar la importancia de este evento porque precede -al igual que la Semana del Clima de África en agosto de este año- a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) que se celebrará en Sharm el-Sheikh, Egipto, en el mes de noviembre.
Durante el evento en República Dominicana, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó su más reciente informe sobre la situación en la región latinoamericana en el que se advierte sobre la tendencia del calentamiento que se hizo persistente en 2021, señalando además un alza de la temperatura de 0,2°C por década en el periodo 1991-2021, mientras que el incremento entre 1961 y 1990 fue de 0,1 °C por década.
Esto ha incidido en la pérdida de superficie de los glaciares de hasta un 30% en ALC, llegando incluso a 50% en Perú, lo que afecta a las poblaciones y a los ecosistemas ante la eventual escasez de agua.
En el informe se detallan desequilibrios en la región como el aumento en el nivel del mar a un ritmo más acelerado con respecto a la media mundial, lo que amenaza a las comunidades costeras.
También apunta los riesgos de la sequía que ha azotado a la zona central de Chile en los últimos 13 años, situación que también se observó en la cuenca del Paraná-Plata y que perjudicó a la zona centro-sur del Brasil, Paraguay y Bolivia con pérdida de cosechas, especialmente de cereales que bajó 2,6% en la temporada 2020-2021.
Las precipitaciones extremas también azotaron a la región. “Las crecidas y los deslizamientos de tierra en los estados brasileños de Bahía y Minas Gerais provocaron unas pérdidas estimadas en 3.100 millones de dólares”, refiere una nota publicada en la página web de ONU Cambio Climático.
La OMM destacó la inseguridad alimentaria a la que se expusieron 7,7 millones de personas en 2021 en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. También advirtió sobre el aumento de las migraciones y desplazamientos a causa del cambio climático y que se registran de manera acelerada en los últimos ocho años.
Acciones coordinadas
“El agravamiento del cambio climático y los efectos combinados de la pandemia de Covid-19 no solo han afectado a la biodiversidad de la región, sino que también han estancado décadas de progreso contra la pobreza, la inseguridad alimentaria y la reducción de las desigualdades en la región”, expuso Mario Cimoli, secretario ejecutivo interino de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), durante la presentación del informe de la OMM.
Al cierre de la Semana del Clima de América Latina y el Caribe, el ministro de Medio Ambiente de República Dominicana, Miguel Ceara Hatton, planteó que “para hacer frente a la actual crisis medioambiental es necesario unir fuerzas y atraer a muchos más aliados a esta lucha, y tener la responsabilidad de avanzar hacia una transformación social y económica basada en la sostenibilidad y la resiliencia”.
Cimoli también propuso acciones coordinadas en la región. “La CEPAL seguirá desempeñando una función activa en esta difusión de información meteorológica y climática para fomentar el establecimiento de más asociaciones, la prestación de mejores servicios climáticos y la formulación de políticas climáticas más sólidas en el conjunto de América Latina y el Caribe”, expresó.