La expansión global del COVID-19 ha exacerbado las desigualdades sociales existentes, y ha tenido diferentes efectos políticos y económicos en los países de América Latina y el Caribe. Como consecuencia de las medidas de excepción para enfrentar el coronavirus, tales como cuarentenas, aislamientos selectivos y restricciones a la movilidad, se han afectado negativamente las economías de la región. Esto ha tenido una incidencia importante en las actividades productivas y la calidad de vida de las mujeres. ¿Cuáles son los impactos económicos de la pandemia del COVID-19 para las mujeres, niñas y adolescentes?, ¿cómo pueden participar en las iniciativas de reactivación económica para la pospandemia en nuestro continente?
Impactos de la pandemia del COVID-19 en la economía de las mujeres latinoamericanas y caribeñas
Ninguna crisis económica, política o sanitaria es neutral al género o ajena a las mujeres. Las mujeres tienen un papel central en las sociedades latinoamericanas y caribeñas, puesto que aportan de manera considerable a la economía y la toma comunitaria de decisiones. A pesar de esto, las mujeres siguen siendo violentadas, excluidas y marginadas. Y esto se ha acentuado mucho más en épocas de COVID-19.
ONU Mujeres identifica algunas vivencias de las mujeres en las economías antes de la pandemia. En América Latina y el Caribe, las mujeres tienden a ganar y ahorrar menos. Además, son más propensas a la economía informal, tienen menos protección social y tienen más sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado no pago porque, en su mayoría, son madres cabeza de hogar.
Con la llegada del COVID-19 al mundo y a nuestro continente, las mujeres son las primeras afectadas. ONU Mujeres proyecta que alrededor de 118 millones de mujeres, niñas y adolescentes serán afectadas por la pobreza en América Latina y el Caribe, debido a la reducción de la actividad económica que se dio por las cuarentenas y aislamientos obligatorios decretados por los gobiernos. Esta reducción incide especialmente en las trabajadoras informales que pierden toda oportunidad de subsistencia a ingreso diario para sus hogares. Por lo general, estas no cuentan con ninguna red de apoyo económico, moral o legal que les permita defender sus derechos económicos y sociales en situaciones de crisis.
Lo anterior se suma a dos hechos. Primero, las mujeres son las más expuestas al coronavirus, ya que trabajan en las instituciones de salud como médicas, enfermeras y auxiliares. Segundo, más de la mitad de las mujeres latinoamericanas y caribeñas labora en sectores altamente afectados por las reducciones económicas, como el comercio, la manufactura, el turismo, los servicios administrativos, el sector inmobiliario y el trabajo doméstico. La situación de las trabajadoras domésticas es particularmente dramática. En las economías latinoamericanas y caribeñas, el trabajo doméstico tiene una participación del 14.3% y constituye el 10.5% del empleo femenino en todo el continente. El 77.5% de las trabajadoras domésticas opera en el sector informal, en condiciones de precariedad y sin acceso a protección social. No obstante, su trabajo es esencial para el cuidado de la vida en tiempos de pandemia.
Otras afectaciones del COVID-19 en la vida económica de las mujeres incluye la debacle de negocios y emprendimientos, sobre todo en comunidades indígenas, rurales y afrodescendientes. Las mujeres étnicas enfrentan obstáculos para acceder a recursos productivos como el agua, la tierra, la agricultura, el financiamiento, la capacitación y la educación. Las niñas y jóvenes no pueden retornar a las escuelas y colegios, lo que afecta el ejercicio de su derecho a la educación y la movilidad. Toda esta problemática se entrecruza con incidentes de violencia sexual y de género que restan autonomía a las mujeres. Por la falta de recursos psicológicos y económicos, las mujeres difícilmente huyen de compañeros violentos y abusivos, tal como se evidencia en algunos países de América Latina y el Caribe como Colombia, México, Argentina, Bolivia y República Dominicana. De acuerdo con Génesis Anangonó Chalaco, en República Dominicana 15 mujeres y 250 niñas y niños menores de 13 años tuvieron que residir en casas de acogida por la violencia física, psicológica, verbal y patrimonial. Hoy, este país no cuenta con protocolos para atender violencias intrafamiliares y de género.
¿Cómo atender las necesidades económicas de las mujeres durante la pandemia del COVID-19?, ¿cuál será el rol de estas en las economías latinoamericanas y caribeñas de ahora en adelante?, ¿cómo intervendrán en la reactivación para la pospandemia?
Participación de las mujeres latinoamericanas y caribeñas en la reactivación económica para la pospandemia: posibles alternativas
El lugar de las mujeres latinoamericanas y caribeñas en la reactivación económica para la pospandemia es clave. Ellas pueden contribuir al crecimiento económico de cada país, pero, para eso, es importante que los gobiernos construyan políticas públicas para asistirlas social y económicamente durante la crisis sanitaria del COVID-19.
Con este fin, es necesario que los gobiernos creen programas de distribución de ingresos directos a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Paquetes de ayuda económica, transferencias, beneficios financieros ante el desempleo y exenciones de impuestos son igualmente trascendentales. De las exenciones tributarias también se verán beneficiadas las empresarias y emprendedoras que hayan sido afectadas negativamente por la pandemia. Para este tipo de mujeres, es posible generar programas de financiamiento y estímulos al emprendimiento, capacitaciones y formación para sortear mercados en crisis, equipamiento y dispositivos para garantizar medidas de bioseguridad a los clientes de establecimientos como restaurantes, hoteles y tiendas. De esta manera, los locales y comercios podrán operar de manera segura y contribuirán a la reactivación económica.
Otra línea de reactivación que involucra a las mujeres tiene que ver con la seguridad social de las trabajadoras informales. Los gobiernos latinoamericanos y caribeños tienen que restituir los derechos de las mujeres trabajadoras informales e implementar sistemas de protección social. La brecha de género debe cerrarse y, para esto, es importante proveer seguridad social y beneficios a las comerciantes ambulantes y las empleadas domésticas.
La última línea de reactivación económica se centra en el cuidado y la reconciliación del trabajo pago y no pago. Los sistemas de cuidado son prometedores para la reactivación en la pospandemia. Para tener un sistema de cuidado eficiente, se requiere fortalecer los servicios de atención a la violencia de género, la salud reproductiva y sexual, la renta básica para mujeres en situación de pobreza, la concientización en la distribución equitativa de tareas de cuidado entre hombres y mujeres, y la corresponsabilidad entre el Estado, el mercado y los líderes y lideresas de las comunidades en la lucha contra el COVID-19. Por último, es importante ofrecer pagos a las cuidadoras y proveerles servicios de salud y asistencia para ellas y sus familias.
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